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[ XVIII ] Re - Sediento

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YellowLugh's avatar
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No estaba pensando en nada... Sentí a Jade aun en la puerta, respirando, pero no me interesó. Me puse mi armadura, tomé mi morral y ni me molesté en mirar mis espadas y dagas. Vi la espada de Garranshik apoyada en la ventana, la enfundé y la colgué a mi espalda. Luego me acerqué a la ventana y, usando Aeriavant, bajé hacia la calle.

Me perdí por dos... ¿tres? Creo que fueron dos días, en los cuales no pude dormir bien, comí de manera desmedida y... casi no tomé nada, ni siquiera agua. Estaba tan sediento, tan iracundo cuando entré en la madrugada al Jabalí Sonriente, me acerqué al tablón de anuncios y busqué un trabajo, algo peligroso, algo donde peleara con alguien y vi el trozo de papel... Goblins que escaparon al tercer asalto, malditos pieles verdes cerca de mi alcance. Dirigí toda mi ira hacia ellos, tomé el trozo de papel y lo arrugué en mi mano.

Tirkin, que estaba cerrando el local a esa hora, se acercó a mi y trató de hablarme... Le respondí de manera tosca y seca, ni recuerdo bien lo que dije. Me preguntó si me ocurría algo malo, me mi cara estaba demacrada y que me veía sediento, le grité que me dejara en paz. Salí del lugar...


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A la distancia, bajando un precipicio de unos veinte metros, se dibujaban la innumerables cuevas costeras de Perscelot. Más de alguna vez sirvieron de refugio a ladrones o traficantes antes de la tiranía del Señor Feudal y, durante su reinado, ayudaron a los ejércitos de Albert a pasar desapercibidos y como base provisoria. Hoy en día no eran más que una cicatriz viviente en el borde los barrancos, un legado de secretos entre mercenarios, bribones, soldados y malhechores que tomaron refugio entre sus paredes.

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Al entrar a la cueva, vi que los goblins se disponían a comer, los peces que habían atrapado ya estaban listos. Así fue como los encontré, la fogata y el olor. Sus armas yacían en un borde, cerca de la entrada, junto a los tesoros que seguramente habían logrado tomar antes de huir como cobardes. Cuando aparecí frente a ellos, empujé a los goblins que estaban a la mitad de la cueva hacia el fondo con Aeriaburst, los otros tres de la entrada fueron a dar con los muros y aproveché para acabarlos...

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La fresca brisa de una tarde de otoño, las olas rompiendo y el olor a sal y mar eran lo típico del lugar, un paisaje calmo en contraste a la ajetreada ciudad que se veía a la lejanía en sentido contrario. El día hubiera continuado en paz, pero los gritos del joven y los goblins hacían eco en una de las cuevas...

—¡Ma gaart! ¡Wee gaart! —gritaban los últimos cuatro goblins frente al muchacho, arrinconados y muertos de miedo al fondo de la angosta cueva.
—¿Rendirse? ¡¿Se rinden?! —gritó el joven de vuelta, sabiendo que "gaart" significaba algo con "rendirse", aun con la cimitarra de Garranshik en mano después de derrotar a los tres goblins en la entrada—. ¿Ustedes creen que su líder le dio alguna oportunidad a quienes se rindieron ante él? ¿Creen que esa mierda de bestia lo hizo? —rugió con la voz rasposa por gritar tanto.
—¡Wee gaart! ¡Piernaslargas! —gritó con desesperación el goblin más cercano a Re, levantando sus manos y mostrando que no portaba armas—. ¡We...

Fue lo único que alcanzó a balbucear antes de ser atravesado por el pecho con la cruenta arma dentada, el furioso Elibir lo levantó con la espada hasta que lo tuvo a altura de su mirada y, sintiendo como la vida de la criatura se iba de su cuerpo, esperó.

—No me gusta que me digan —giró la espada un poco hacia el lado—. "piernaslargas" —gruñó mirando al goblin, sin quitarle la vista.

Sin bastar con la herida mortal, la hoja dejó escapar la magia con la cual estaba imbuida, la misma que había debilitado las piernas de Regnaeh cuando fue usada por Garranshik. Un aura de energía parecida a un humo negro envolvió el cuerpo del goblin y dejó sus débiles músculos inutilizados, ni siquiera pudo tener los ojos abiertos al momento de morir.

Los otros tres, ya perdiendo toda esperanza, se lanzaron a correr, intentando esquivar al joven y salir la caverna pero Re no se iba a contentar con dejarlos huir. Empuñando el arma con las dos manos, golpeo de lado a lado, cercenando la cabeza de uno y e hiriendo de muerte en el pecho al otro. El tercero, que había tropezado, salvó su vida por poco. El joven avanzó y lo levantó tomándolo de los harapos que vestía, levantó el arma una vez más, sin detenerse ante la cara de pavor de la bestia. Hubiera acabado con la vida del último goblin...

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...allí escuché la voz. Fuerte, decidida, proveniente del fondo del lugar. Me giré y no vi nada, ahora la voz provenía de la entrada, me giré y nada aun. La voz... provenía de todos lados. Sin soltar al piel verde, demandé saber quién se escondía de mi. Un destello iluminó todo el lugar y luego, detrás mio... él...

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—Elith... —susurró casi sin voz Regnaeh, viendo la silueta del elfo aparecer entre el destello. Esta vez portaba ropas de combatiente, quizás de algún tipo de soldado de rango bajo. Espada al cinto, escudo en la espalda y una mirada calma, en bastante contraste a como lo conoció.
—El mismo, hermano —respondió mientras el destello se apagaba. La agitada respiración de Re y el forcejeo del goblin eran lo único que se oía en el lugar.
—¿Cómo...? ¿Tu estás...? ¿Qué haces aquí? —atinó a decir el joven, no sabiendo que preguntar primero al supuesto Paladín de Elebar que se supone no debería seguir caminando entre los vivos.
—Te ves patético, Regnaeh —susurró él mirando alrededor, con una cara de notable decepción y tristeza—. ¿Donde está el calmo joven que me ayudó a recorrer toda la ciudad por unas simples hierbas para mis ungüentos?
—¡No me vengas a hablar que debería o no hacer!
—Mide tus palabras, Elibir...
—¡Estás muerto! ¿Qué me harías? —rugió de vuelta, nublado por el enojo en vez de maravillarse por hablar con un ser que realmente no comprendía.
—Mide tus palabras, niñato, y suelta a esa criatura, que por mucho que haya hecho su raza no merece morir de manera cruenta como sus compañeros —exigió, con su voz aun calma, pero de manera más seca.
—¿Puedes si quiera tocarme? Creo que acabaré con esta cosa ahora mis...

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Otro fuerte destello invadió la cueva y salí disparado por la entrada. El goblin dio a parar en el borde del agua, se levantó y huyó, por mi parte caí al mar sin más, sintiendo la fría agua de otoño colarse en mis ropas y llegar a mi piel. Salí del agua como pude, arrastrándome a la orilla, tosiendo y escupiendo, mientras veía como Elith recogía la espada que había soltado por la fuerza del impulso. Saliendo de la cueva a paso lento, evitó mirarme hacia abajo, se agachó a unos metros de mi y me explicó lo triste que me veía, lo alejado que estaba de Elebar en ese momento y que, si no mejoraba mi avance, no podría verlo ni saber de él nunca más.

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—Voy en serio, hermano Regnaeh, no podré siquiera llamarte "hermano" nuevamente —dijo clavando la espada en la arena y mirándolo con compasión—. Estás tan... sediento de paz, quieres tanto entender lo que ocurre en tu mente que has dejado entrar un desierto de ira y desesperación. No minimizaré lo que te haya ocurrido, ni siquiera se lo que te ha ocurrido, pero si puedo decir que has buscado calma en el lugar equivocado usando esa arma y provocando esta... masacre...

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Intenté responder, pero las fuerzas me faltaron... no en cuerpo, sino en mente. En alma y corazón, estaba exhausto. Vi como el Fa'e se internaba en la cueva nuevamente, desapareciendo de mi vista. Allí... rompí en llanto.

Lo que Auren dijo, lo que Jade no me dijo sin dudas me lastimaba mucho pero... no era lo único. Habían pasado semanas de tensión con lo de los asaltos a los pieles verdes y no quería admitir que estaba mal, que me sostenía cada día con solo la promesa de acabar con todo aquello, que cada día dormía pésimo e intentaba sonreír a todos luego, cuando en realidad sentía tanto sobre mis hombros. No pude aguantar más luego de la conversación con ellos dos. Necesito pedir perdón a mi Madre, necesito hablar con Jade, no importando lo que pase entre los dos y, principalmente, necesito ayuda...

Ayuda...

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El joven limpió sus lágrimas y, poniéndose de pie, se dio cuenta que su cara mostraba los rasgos de un piel verde, de la criatura que más había odiado en su vida, la cara de Garranshik. Despabiló, tomó control de su apariencia nuevamente y, a paso lento, comenzó el camino camino de vuelta a la ciudad.
Aventuras de Regnaeh en el mundo de...
:icongilbarath:
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SharksFlames's avatar
No se suponía que Elith era un Elibir? -se confundio-